26 noviembre 2010

Violencia de Género, ¿masculina o femenina?

Hoy, día 25 de noviembre, se celebra el Día Internacional contra la llamada “violencia de género”, una lacra social que en nuestro país ha costado la vida, en lo que va de año, de 63 mujeres.

Sin duda, se trata de una realidad vergonzosa. Nuestra reflexión, en este caso, va encaminada a la propia denominación “violencia de género”. Con esta expresión, se hace referencia a la violencia, física o psicológica, que se ejerce contra las mujeres por razón de su sexo, como consecuencia de su tradicional situación de sometimiento al varón en las sociedades de estructura patriarcal. Pero, ¿es adecuada esta expresión desde un punto de vista lingüístico?

Según la RAE y el Diccionario Panhispánico de Dudas, la palabra “género” tiene en español los sentidos generales de “conjunto de seres u objetos establecidos en función de características comunes” y “clase o estilo”: “El citado autor […] ha clasificado los anuncios por géneros”; “Ese género de vida puede incluso agredir a su salud mental”. En gramática el género es “propiedad de los sustantivos y de algunos pronombres por la cual se clasifican en masculinos, femeninos y, en algunas lenguas, también en neutros”. De esta manera, el sustantivo “libro” posee género masculino, frente a “pizarra”, que es femenino. Para designar la condición orgánica, biológica, por la cual los seres vivos son masculinos o femeninos, se emplea el término “sexo”. Así pues, las palabras tienen género (y no sexo), mientras que los seres vivos tienen sexo (y no género). ¿Es, por lo tanto, adecuado decir “violencia de género”?

La expresión “violencia de género” procede de una traducción del inglés gender-based violence o gender violence, expresión difundida a raíz del Congreso sobre la mujer celebrado en Pekín en 1995. En los años setenta del siglo XX, con el auge de los estudios feministas, se comenzó a utilizar en el mundo anglosajón el término “género” (del inglés “gender”) con el sentido de “sexo del ser humano” desde el punto de vista específico de las diferencias sociales, económicas, políticas, laborales… en oposición a las biológicas, existentes entre hombres y mujeres. Con este sentido técnico específico, se ha extendido a otras lenguas este término, entre ellas el español. Sólo en este sentido se puede interpretar expresiones como “estudios de género”, “discriminación de género” o “violencia de género”. Sin este sentido, no es admisible la identificación “género” con “sexo”.

La RAE recomienda que para expresiones como “discriminación de género” o “violencia de género” deberían utilizarse alternativas como discriminación o violencia por razón de sexo, discriminación o violencia contras las mujeres, violencia doméstica o violencia de pareja. Además, afirma esta institución que la expresión violencia doméstica es la más utilizada, con bastante diferencia, en el ámbito hispánico, según la documentación recogida en el CREA (otras son violencia intrafamiliar, violencia familiar o violencia de pareja).

23 noviembre 2010

Soledad Puértolas, nuevo sillón "g" de la Real Academia de la Lengua


Aliados. Los personajes secundarios del Quijote. Así ha titulado la novelista Soledad Puértolas (Zaragoza, 1947) su discurso de ingreso en la Real Academia Española, leído ayer. A las siete en punto, la escritora entró en el salón de actos de la RAE flanqueada por José Luis Borau y José María Merino, los dos últimos académicos en ingresar en la llamada docta casa. Allí le esperaban sus nuevos compañeros y, entre el público, su editor, Jorge Herralde, de Anagrama, y un buen puñado de colegas: José María Guelbenzu, Marina Mayoral, Luis Antonio de Villena, Luisa Castro, Ana Rosetti, Vicente Molina Foix, Carmen Posadas o Marcos Giralt Torrente. También había tres ex ministros de Cultura: César Antonio Molina, Carmen Alborch y Javier Solana, con el que la propia Puértolas colaboró en sus años en el ministerio de la Plaza del Rey.

Cumplidos todos los protocolos, la autora de El bandido doblemente armado comenzó por un aviso: "Como novelista, soy una permanente aprendiz de la expresión escrita". Y eso, el trato natural con la lengua es lo que, dijo, pone desde ahora al servicio de la institución que en enero pasado la eligió para ocupar el sillón g, vacante desde la muerte en 2008 del científico Antonio Colino. Vacantes, por cierto, siguen también los que ocuparon hasta este año Francisco Ayala y Miguel Delibes. Con la nueva académica son ahora cinco las mujeres -Ana María Matute, Carmen Iglesias, Margarita Salas e Inés Fernández-Ordóñez son las otras cuatro- con asiento en una casa que, fundada en 1713, hasta 1979 no abrió sus puertas a una mujer, la poeta Carmen Conde, a la que luego se uniría Elena Quiroga. Siete en casi trescientos años de historia.
Antes de entrar definitivamente en materia, Puértolas recordó a Colino y su propia vocación científica, abandonada a favor de la literatura: "La indagación literaria parte de la incertidumbre y el riesgo, y no permite conclusiones ni resoluciones". Verdades que no son "hitos de un camino hacia un lugar preciso" sino "luces aisladas".
Llegó entonces el turno del Quijote. O mejor dicho, de sus personajes secundarios, una figura por la que la escritora siempre ha tenido devoción y a la que dedicó su último libro de cuentos, Compañeras de viaje (Anagrama), publicado al poco de su elección como académica. Tras recordar la lección constante que la novela de Cervantes es para todos los escritores, Puértolas subrayó la prodigiosa relación entre fondo y forma dentro de la obra: "Es tan variada la gama de los tonos, ritmos y registros de la lengua que asombra la naturalidad con la que pasa de unos a otros. Jamás ha alcanzado el castellano esa naturalidad y flexibilidad, esa capacidad de acomodarse a situaciones y personajes tan diversos".
Algunos de esos personajes secundarios son protagonistas de historias laterales que condicionan episodios centrales. La escritora empezó por los femeninos: Marcela, la hija del ventero, Dorotea, la duquesa y la propia Dulcinea. Luego analizó algunos masculinos como Cardenio, el caballero del Verde Gabán o el bandolero Roque Guinart. Finalmente, y después de revelar que de niña le gustaban los finales felices, habló del Quijote como un tratado sobre la literatura que es al mismo tiempo un tratado sobre la vida: "La literatura como metáfora de la vida. La locura como metáfora de la literatura".
Finalmente, y antes de que José María Merino contestase a la recién llegada a "la casa de las palabras", Soledad Puértolas se elevó sobre sí misma, Cervantes y la misma Academia. "Los humanos", dijo casi al final, "hablamos y hablamos y escribimos y escribimos, como si nos creyésemos capaces de dominar las lágrimas, los desgarros y las decepciones, y de distanciarnos de los salvajes accesos de alegría y regocijo. En el fondo de tanta palabra, de tanta narración, de tanto contar y tanto escuchar, late siempre la esperanza de que en algún momento sobrevenga el milagro del mutuo entendimiento y se vislumbre la luz de una verdad". Esta tarde, en medio de todo el protocolo del mundo y de un salón que aplaudió a rabiar, la luz se vislumbró.
Elpais.com

05 noviembre 2010

La "i griega" se llamará "ye"

La i griega será ye, la b será be (y no be alta o be larga); la ch y la ll dejan de ser letras del alfabeto; se elimina la tilde en solo y los demostrativos (este, esta...) y en la o entre números (5 o 6) y quorum será cuórum, mientras que Qatar será Catar.
La nueva edición de la Ortografía de la Real Academia Española, que se publicará antes de Navidad, trata de ser, como dice su coordinador, Salvador Gutiérrez Ordóñez, "razonada y exhaustiva pero simple y legible". Y sobre todo "coherente" con los usos de los hablantes y las reglas gramaticales. Por eso el académico insiste en que plantea innovaciones y actualizaciones respecto a la anterior edición, de 1999, pero no es, "en absoluto" revolucionaria. Gutiérrez Ordóñez se resiste incluso a usar la palabra "reforma".

Con todo, al director del Departamento de Español al Día de la RAE no se le escapa que los cambios ortográficos provocan siempre resistencias entre algunos hablantes. De ahí la pertinencia, dice, del consenso panhispánico que ha buscado la Comisión Interacadémica de la asociación que reúne a las Academias de la Lengua Española de todo el mundo. El miércoles, esa comisión, reunida en San Millán de la Cogolla (la Rioja) aprobó el texto básico de la nueva Ortografía de la lengua española. A falta de su ratificación definitiva el 28 de este mes en la Feria del Libro de Guadalajara (México) durante el pleno de las 22 academias, estas son algunas de las "innovaciones puntuales" aprobadas esta semana y destacadas por el propio Gutiérrez Ordóñez.

La i griega será ye. Algunas letras de nuestro alfabeto recibían varios nombres: be, be alta o be larga para la b; uve, be baja o be corta, para v; uve doble, ve doble o doble ve para w; i griega o ye para la letra y; ceta, ceda, zeta o zeda para z. La nueva Ortografía propone un solo nombre para cada letra: be para b; uve para v; doble uve para w; ye para y (en lugar de i griega). Según el coordinador del nuevo texto, el uso mayoritario en español de la i griega es consonántico (rayo, yegua), de ahí su nuevo nombre, mayoritario además en muchos países de América Latina. Por supuesto, la desaparición de la i griega afecta también a la i latina, que pasa a denominarse simplemente i.

Ch y ll ya no son letras del alfabeto. Desde el siglo XIX, las combinaciones de letras ch y ll eran consideradas letras del alfabeto, pero ya en la Ortografía de 1999 pasaron a considerarse dígrafos, es decir, "signos ortográficos de dos letras". Sin embargo, tanto ch como ll permanecieron en la tabla del alfabeto. La nueva edición los suprime "formalmente". Así, pues, las letras del abecedario pasan a ser 27.

Solo café solo, sin tilde. Hay dos usos en la acentuación gráfica tradicionalmente asociados a la tilde diacrítica (la que modifica una letra como también la modifica, por ejemplo, la diéresis: llegue, antigüedad). Esos dos usos son: 1) el que opone los determinantes demostrativos este, esta, estos, estas (Ese libro me gusta) frente a los usos pronominales de las mismas formas (Ese no me gusta). 2) El que marcaba la voz solo en su uso adverbial (Llegaron solo hasta aquí) frente a su valor adjetivo (Vive solo).
"Como estas distinciones no se ajustaban estrictamente a las reglas de la tilde diacrítica (pues en ningún caso se opone una palabra tónica a una átona), desde 1959 las normas ortográficas restringían la obligatoriedad del acento gráfico únicamente para las situaciones de posible ambigüedad (Dijo que ésta mañana vendrá / Dijo que esta mañana vendrá; Pasaré solo este verano / Pasaré solo este verano). Dado que tales casos son muy poco frecuentes y que son fácilmente resueltos por el contexto, se acuerda que se puede no tildar el adverbio solo y los pronombres demostrativos incluso en casos de posible ambigüedad", esto dice la comisión de la nueva Ortografía, que, eso sí, no condena su uso si alguien quiere utilizar la tilde en caso de ambigüedad. Café para todos. No obstante, la RAE lleva décadas predicando con el ejemplo y desde 1960, en sus publicaciones no pone tilde ni a solo ni a los demostrativos.

Guion, también sin tilde. Hasta ahora, la RAE consideraba "monosílabas a efectos ortográficos las palabras que incluían una secuencia de vocales pronunciadas como hiatos en unas áreas hispánicas y como diptongos en otras". Sin embargo, permitía "la escritura con tilde a aquellas personas que percibieran claramente la existencia de hiato". Se podía, por tanto, escribir guion-guión, hui-huí, riais-riáis, Sion-Sión, truhan-truhán, fie-fié... La nueva Ortografía considera que en estas palabras son "monosílabas a efectos ortográficos" y que, cualquiera sea su forma de pronunciarlas, se escriban siempre sin tilde: guion, hui, riais, Sion, truhan y fie. En este caso, además, la RAE no se limita a proponer y "condena" cualquier otro uso. Como dice Salvador Gutiérrez Ordóñez, "escribir guión será una falta de ortografía".

4 o 5 y no 4 ó 5. Las viejas ortografías se preparaban pensando en que todo el mundo escribía a mano. La nueva no ha perdido de vista la moderna escritura mecánica: de la ya vetusta máquina de escribir al ordenador. Hasta ahora, la conjunción o se escribía con tilde cuando aparecía entre cifras (4 ó 5 millones). Era una excepción de las reglas de acentuación del español: "era la única palabra átona que podía llevar tilde". Sin embargo, los teclados de ordenador han eliminado "el peligro de confundir la letra o con la cifra cero, de tamaño mayor".

Catar y no Qatar. Aunque no siempre lo fue, recuerda el coordinador de la nueva ortografía, la letra k ya es plenamente española, de ahí que se elimine la q como letra que representa por sí sola el fonema /k/. "En nuestro sistema de escritura la letra q solo representa al fonema /k/ en la combinación qu ante e o i (queso, quiso). Por ello, la escritura con q de algunas palabras (Iraq, Qatar, quórum) representa una incongruencia con las reglas". De ahí que pase a escribirse ahora: Irak, Catar y cuórum. ¿Y si alguien prefiere la grafía anterior: "Deberá hacerlo como si se tratase de extranjerismos crudos (Qatar y quorum, en cursiva y sin tilde)".
(ELPAÍS.com)