ASÍ HABLA
LA MODA
El exceso de anglicismos no entusiasma a la Real Academia que se esfuerza por dar alternativas al vocabulario de moda español. Pero «sin ser puristas ni papanatas», afirman.
¿Reinará el oversize sobre las pasarelas de 2017? ¿Soportará el colorblock el transcurso de 10 temporadas? Pocas tendencias están destinadas a vencer el paso del tiempo y por este motivo pocas tienen reservado un hueco en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua (DRAE). «La moda significa vértigo, rapidez, sucesión y sustitución. Pero el trabajo del idioma es todo lo contrario: fijarse en la estabilidad», afirma el secretario de la Real Academia Española, Darío Villanueva, y lo dice con conocimiento de causa. «Lo que hoy está de moda dentro de tres o cuatro años será kitsch. Lo que hoy es cool en el futuro nos hará sentirnos ridículos. No tengo más que mirar mis fotos de adolescente con pantalones acampanados para darme cuenta de ello».
La institución que vela por la corrección de la lengua española exige
una durísima prueba para entrar a formar parte del Olimpo de los términos admitidos. «No podemos estar a la última en lo que respecta al vocabulario de moda, porque la Academia exige un tiempo de vigencia del vocablo, que suele ser de cinco años». Las tendencias son cambiantes, no suelen perdurar. Aún así, los académicos evitan la radicalidad, según Villanueva. «A la hora de seleccionar los términos hay que evitar dos tipos de excesos. El primero es el purismo absoluto y el segundo es el papanatismo».
La periodista Margarita Riviére, autora de Diccionario de la moda: los estilos del siglo XX (Grijalbo) critica el empeño de decirlo todo en inglés. «Para impactar, los publicitarios están utilizando un lenguaje minoritario que, en realidad, solo usan los expertos».
El imperio anglosajón no preocupa demasiado a los académicos, entre los cuales no figura ningún especialista en moda. Pero sí se quejan de que nos olvidamos de la riqueza del vocabulario español y recuerda que en el siglo XVI éramos los auténticos trend setters.
Must y cool resultan a ojos de la Academia palabras e meras, y por tanto se quedan fuera del Diccionario. Pero fashion y outlet ya han sido incorporadas al Diccionario de Americanismos como anglicismos crudos –se escriben en la forma de la lengua original y en cursiva–. La institución es más proclive a admitir el léxico referido a las prendas, porque permanece más en el tiempo. De hecho, blazer y top se incluyeron en la 22ª edición del DRAE, publicada en 2001. Sin embargo, reniegan de la expresión top model. «Me parece una aberración porque es una forma de hablar inglesa, no castellana», sentencia Villanueva. En el léxico referido a los colores se acepta la metonimia, como mostaza y caldera, y la suma de significados, como el blanco roto. Respecto a stilettos, oxford y
peep toes, opina que son pura jerga del sector y, por ello, tienen poca cabida en un diccionario general.
Villanueva presenta su propia batalla personal: «Aunque parezca que no nos interesan estos temas, yo mismo me di cuenta de que la primavera pasada estaba enn todas las zapaterías un calzadoo muy semejante al chapín del siglo XVIII». Él duda de que la palabra acabe por imponerse. Aunque ¡quién sabe! Quizás acabe de darle una idea a un diseñador.