01 enero 2010

Un nuevo amanecer

Como aquellas "piquetas" lorquianas que buscan la aurora, cavemos nosotros también para encontrar la luz de nuestra felicidad, dándole lo mejor de nosotros mismos al día a día y convirtiendo, así, la "miga de pan duro que Dios nos da" en "el diamante más fresco de nuestra alma", un "carpe diem" juanramoniano que nos enseña sabiamente a huir de la monótona cotidianidad y nos invita a gozar de lo más próximo, lo más cercano, poniendo toda nuestra alma en lo que hacemos, en lo que sentimos. Sólo así podremos vencer la nimiedad de una existencia que se torna inexorablemente inconsistente. Busquemos nuestra "alegría y nuestra persona", como mi querida insatisfecha Soledad, esa que "llora zumo de limón", y hagamos que "la nueva luz de calabaza se corone" todos los días de nuestra vida. Es posible. Gracias, vates queridos, y gracias, amor, por hacer que no pase un día sin "aurora".

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